Connery, Sean.

Connery. Thomas Sean Connery, así me llamo. Quizás no te suene de nada o tal vez me reconozcas encarnado en la piel de otros. 

Todos ellos, personajes cinematográficos que me ofrecieron múltiples vidas en una única. Sin embargo, me defino como un escocés y como alguien que durante toda su vida ha amado a Escocia tanto como al arte.

Sin licencia para morir

En la ficción fui el espía más famoso del cine: James Bond. Ian Fleming, el creador del personaje, no daba ni dos peniques por mí, pero cuando me vio interpretar, reconoció mi valía. 

Desde aquella primera película de la saga en 1962, James Bond contra el Dr. No, me adjudicaron un cargamento de adjetivos que he tenido que arrastrar a mis espaldas hasta el final. Seductor, carismático, atractivo. Me costó tiempo librarme de la sombra de aquel tipo al que terminé odiando, pero al que reconozco que le debo todo. -Durante mucho tiempo yo era Bond, James Bond y no Sean Connery, el niño de Edimburgo.

Sean Connery

El nombre de la rosa, me permitió convertirme en fraile franciscano, por aquello de compensar los papeles y demostrar que la interpretación era lo mío. ¡Hasta la Academia Británica de Cinematografía me reconoció aquel trabajo! Y como no hay uno, sin dos, otro reconocimiento, quizás el más importante llegó aquel año. El Oscar al mejor actor secundario por mi interpretación en Los intocables de Elliot Ness.

También fui un inmortal caballero español (un escocés con ñ ;)) en Los inmortales, Juan Ramírez Sánchez-Villalobos mentor y amigo de Connor MacLeod.

Los más jóvenes, quizás me recuerden por el que probablemente fue el personaje más divertido de todos a quienes interpreté en la gran pantalla. Henry Jones, el padre del arqueólogo más famoso del cine, Indiana Jones. 

Una demostración más de cómo me gustaba mimetizarme en las ficciones de todos a quienes encarné. Me apasionaba la versatilidad, la aventura, lo atractivo. Hasta que me cansé y decidí bajar el telón de aquellos días de gloria.

Su vida en Edimburgo

Pero antes, mucho antes de todo eso, antes incluso de ser honrado con el título de Sir por la propia reina Isabel II, de que la opulencia de Hollywood me saturara, de ser considerado el hombre más sexy del mundo y de convivir con un lujo desconocido para mí. Antes de Niza, Marbella o Bahamas, antes estuvo Escocia.  Antes fui un niño parido y criado en las calles de Edimburgo. 

Fountainbridge, era en 1930 un barrio típicamente obrero y decadente. Fue la cuna que me meció en una vivienda de pisos donde ni tan siquiera había agua caliente. ¡Casi una tortura si te das cuentas de que en invierno la temperatura media mínima en Edimburgo es de 1ºC. Nunca llegué a percatarme de la pobreza de la que estaba rodeado porque todos estábamos en las mismas circunstancias. 

Trabajé como repartidor de leche en el barrio de mis orígenes, y cuando volví a Edimburgo muchos años después de haberme marchado, recordaba todas y cada una de las calles que transitó mi infancia. Una niñez corta, propiciada por el abandono del colegio a una edad temprana. También Edimburgo me vería ganarme los garbanzos de todas las formas que pude: salvavidas, pulidor de ataúdes y hasta modelo para el Edinburgh Art Collegue.

Escocia como bandera

La fama llegara a mi vida para transformarla. Escocia quedó ligada a un episodio de mi biografía que terminó de escribirse. Como recuerdos de aquella época, marqué mi piel con dos tatuajes que decían: “Escocia para siempre” y “Mamá y Papá”. También mi férrea defensa a la causa escocesa y el acento de mi tierra, que mostré siempre que tuve ocasión (a pesar de que las exigencias del guion me obligaron a suavizarlo muchas veces) siempre rememoran esos ecos de un pasado muy lejano.

Ahora ya el destino ha puesto punto y final a este guion, el que yo mismo escribí. Espero, que en este final ,haya conseguido la cara de viejo bueno que siempre deseé, tal como Hitchcock o Picasso. Quisiera que las gaitas no pararan de sonar, ¡ese sería un bonito homenaje! Que el viento, como desde tiempos inmemoriales, siguiera soplando desde el Forth, mientras mi recuerdo viaja desde Bahamas, para seguir deambulando eternamente por las calles de la capital de mi adorada Escocia.

Toda Escocia

Sean Connery 1930 - 2020

En 2020 falleció lejos de su tierra. Pero Escocia no olvida a uno de sus hijos predilectos en el siglo XX. Iniciativas que van desde una estatua en su barrio o cambiar el nombre del aeropuerto de Edimburgo por el de Sean Connery, han sido algunas de las opciones. Os contaremos más. Aquí nuestro tributo a una persona que construyó un mito para el mundo.